Cuando se habla de inmigración, el pensamiento nos conduce de forma inmediata a pensar en porsonas que se trastaladan de su lugar de origen a otro, y de alguna forma buscan establecerse en el destino de acogida. Hemos llegado a unos extremos asombrosos, en los cuales cuando a alguien se le llama "Inmigrante", es como si se le ofendiera; así lo sienten muchos extranjeros y con esa intensión los llaman otros, y es que muchos intereses se han ocupado de desvalorizar el significado y el enfoque de este término. Muchos de los autóctonos de un país tienen una visión y percepción erroneas acerca de las realidades del complejo fenómeno de la inmigración, y ello así por diversas razones. Los medios de comunicación producen más dinero contando las cosas negativas que ocurren en el entorno de la inmigración que haciendo públicos los aportes y logros de este colectivo en la sociedad que le acoge.
La inmigración ha trascendido de ser simplemnte un fenómeno social a convertirse (según el punto de vistta de quienes crean las leyes) en un problema político y económico, los inmigrantes han sido piezas claves y parte del punto neurálgico de los sistemas productivos de los paises más desarrollados, incluso en los mismos lugares donde hoy se escriben, discuten y aprueban las leyes de extranjerías, son plantas físicas y edificaciones, que en su momento fueron construidas o reformadas por mano de obra inmigrante.
Ser inmigrante es más que cambiarse de ciudad o comunidad, es más que cruzar una frontera, es más que volar de un océano a otro, es más que tener la esperanza puesta en un destino distante. Cuando se cambia de país, también se dan una serie de factores inherentes a las realidades de la inmigración. Los mecanismos, procedimientos y entidades existentes en los principales paises recepctores de inmigrantes, aún no responden ni satisfacen las principales necesidades de las personas que deciden cambiar de rumbo. Por ejemplo en la Comunidad de Madrid (España), se han creado los Centros de Participación e Integración de la Comunidad de Madrid (CEPI) con la visión de convertirse en lugares de encuentro de los que la Presidenata de la Comunidad, Esperanza Aguirre, llama nuevos madrileños (inmigrantes), en este caso existe un CEPI por cada país con presencia notable de inmigrantes en Madrid, como por ejemplo el Centro Hispano Dominciano, Centro Hispano Colombiano, Centro Hispano Ecuatoriano, Centro Hispano Peruano, entro otros. Pero aún existiendo estos centros, hace falta hacer un trabajo más participativo, de mayor impacto de integración y atención a los traumas que experimentan las personas que se ven en la realidad de cambiar de entorno indistintamente de los motivos por los que hayan tomado tal decisión.
Cuando se inmigra, el individuo pasa por faces de duelos, de desarraigo, de nostalgia y de ruptura del núcleo familiar, y estos factores son intangibles, por los que no siempre se estiman en los reglamentos de control de los flujos migratorios. Son muchos los padres y los hijos que después de haberse apartado, cuando se reencuentran (luego de haber pasado por el via crusis del proceso de la reagrupación) se tratan como seres desconocidos, y ello, porque el hecho de haber salido y dejar la familia atrás constituye un verdadero impacto para la desintegración familiar; lo peor sucede cuando el adolescente o el niño llega y se reencuentra con sus padres, por lo general permanecen mucho tiempo solos en casa, puesto que los padres están la mayor parte de su tiempo en el trabajo (si tienen). Al encontrarse en un entorno distinto, en un escenario más permisivo, con padres que ya son desconocidos o extraños, los adolescentes tienden a engancharse en los coros o bandas urbanas, y es ahí donde recide la imperatividad de actuar como agentes actores para que se creen programas, proyectos y medidas que den respuestas y a la carencias que dejan a su libre albeldrío a esos "nuevos madrileños" adolescentes para quienes aún no se ha pensado en ninguna actividad seria que les conduzca a insertarse en la sociedad española en este caso específico, y a desarrollarse y crecer como individuos.
